Al PSOE le tocó jugar "el papel del equilibrio" entre quienes piden una reforma laboral a la medida de los empresarios y quienes reclaman un texto a la carta que desean los sindicatos, según sintetizó su portavoz en la Comisión de Trabajo del Senado, Matilde Fernández, para resumir el debate que acompañó a la aprobación de la reforma en la Cámara Alta.
Finalmente, los socialistas lograron salvar el texto y la reforma consiguió no caer al vacío desde el alambre de la precariedad de apoyos. CiU y el PNV sujetaron al PSOE con su abstención, como ya hicieron el pasado mes de julio en el Congreso.
La reforma laboral impulsada por el Gobierno contó con el respaldo del Grupo Socialista, la Entesa Catalana de Progrés (PSC, ERC, ICV-EU) y el Grupo Mixto, el rechazo frontal del PP y la decisiva abstención crítica de CiU y el PNV, que facilitaron que el texto regrese al Congreso el próximo 9 de septiembre para recibir, previsiblemente, la última bendición y ser aprobado de forma definitiva.
Los socialistas superaron el examen de la reforma en el Senado con un aprobado por la mínima 12 votos a favor, 12 en contra y dos abstenciones.Este empate técnico obligó a decidir el resultado de forma ponderada, como ordena el Reglamento de la Cámara, teniendo en cuenta el número de escaños del que dispone cada grupo en el hemiciclo.
Así, el PSOE, con 105 senadores, pudo contar con los 16 representantes de la Entesa y los 8 del Grupo Mixto. Esta suma de 129 votos a favor, frente a los 123 senadores del PP, permitió a los socialistas sacar adelante el texto, al que se incorporaron ayer 22 enmiendas, todas impulsadas por el PSOE siete de ellas transaccio-nadas con el resto de grupos,salvo otras seis, presentadas por CiU, PNV y BNG.
El Partido Popular no consiguió sacar adelante ninguna de las modificaciones al texto pretendidas por su grupo, lo que sembró el descontento en su portavoz, Alicia Sánchez Camacho, en contraste con la satisfacción exteriorizada por la socialista Matilde Fernández, que cerró el debate y la posterior votación en los pasillos del Senado subrayando que el texto alumbrado ayer vuelve al Congreso con los mismos apoyos con los que partió para ser abrazado por el Senado.
PSOE: "Objetivo conseguido"
"A la izquierda no nos suelen gustar las reformas laborales por ley, preferimos acuerdos de empresarios y sindicatos, pero cuando no queda más remedio que traer a un Parlamento una reforma laboral nos alegra que al final hayamos conseguido los objetivos que habíamos buscado", señaló Fernández al concluir una votación maratoniana en la que se revisaron una por una casi 300 enmiendas.
El PP, por el contrario, consideró el trámite superado ayer una "oportunidad perdida" después de dos años en los que el Gobierno "no ha hecho nada" para atajar el desbordamiento del desempleo y el fracaso del diálogo social. Según lamentó la portavoz conservadora en la Comisión de Trabajo, Alicia Sánchez-Camacho el texto avalado por el Senado es una "reforma menor que no aporta certidumbre ni tranquilidad a los trabajadores, los empresarios y los mercados".
PP: "Reforma del despido"
"Esta no será la reforma del empleo, sólo la del despido y la precarización", sentenció Sánchez-Camacho para dar la espalda a un texto que, según denunció, "llega tarde y mal y no servirá para crear empleo", criticó, aferrada a la literalidad de las críticas que los conservadores han volcado contra la reforma desde que inició su andadura parlamentaria.
Antes de dar paso al debate, todos los grupos mayoritarios tumbaron las enmiendas a la totalidad del texto planteadas por ERC e ICV, que rechazan de plano un texto que, a su juicio, lastra gravemente los derechos de los trabajadores.
"Hace falta una reforma hecha entre todos y que, como mínimo, guste a alguien", denunció el senador de ERC Josep María Esquerda. El texto alentado por el Gobierno "rompe el consenso de alianzas sociales y se instala en un modelo neoliberal", reprochó el representante de ICV-EU Jordi Guillot.
"Una izquierda que abandona sus valores es una izquierda derrotada", auguró el senador, después de comprometerse a poner "todas sus fuerzas" al servicio de la huelga general del 29 de septiembre convocada por los sindicatos contra esta reforma laboral, en la única mención que se deslizó ayer en el Senado camino de esta movilización.
El hecho de votar en bloque impidió a estas dos formaciones, integradas en la Entesa, mostrar su rechazo al proyecto más allá de la defensa de sus enmiendas a la totalidad. El PSC es mayoritario en este Grupo y ni Guillot ni Esquerda forman parte de la Comisión de Trabajo del Senado.
Tampoco CiU y el PNV se ahorraron críticas contra el texto, a pesar de sostener la reforma con su abstención. Sus portavoces coincidieron al calificar de "crítica" su abstención. "No satisface a nadie", insistió el senador del PNV Joseba Zubia al señalar que la reforma no sólo no va facilitar la generación de empleo sino que puede ser "imposible" su aplicación.
Mientras, Jordi Casas, senador de CiU, apuntó que "se ha perdido una gran oportunidad para mejorar el mercado laboral" e "impulsar la creación de empleo". Aún así, sus votos en la Comisión, y el peso de sus estaños siete catalanes y cuatro vascos hicieron posible que la reforma aprobara ayer su penúltima reválida.