Cientos de días de documentación e investigación de los horrores de la Guerra Civil a partir, en el 90% de los casos, de testimonios de supervivientes, familiares o investigadores locales han dado resultado: la localización de 614 fosas en 359 pueblos donde fueron asesinados y enterrados 47.399 andaluces.
La mayoría de paredones (350) se encuentran en Sevilla, Huelva y Cádiz, donde primero ganó el golpe militar fascista. Pero también hay del otro bando. Casi todas las fosas (80%) son de 1936, cuando la ley imperante era el "bando de guerra" y la ejecución se sucedía al denominado "paseo", que consistía en sacar a los vecinos de sus casas o escondites, llevarlos al cementerio (el 71% de los enterramientos han sido localizados en los camposantos o sus alrededores) y fusilarlos.
Estos son algunos de los datos del Mapa de fosas de las víctimas de la Guerra Civil y la posguerra en Andalucía, el trabajo finalizado por las asociaciones memorialistas y las universidades andaluzas a través del Comisariado para la Memoria Histórica de Andalucía. En este trabajo se detallan una a una las fosas localizadas, el contexto histórico en el que se crearon, imágenes y actuaciones realizadas.
El objetivo del trabajo es claro, evitar que el miedo, la represión o la autocensura dejen ocultos episodios clave para conocer un conflicto que, según el estudio que acompaña el mapa, "se convirtió en un deliberado y metódico exterminio del enemigo político (...) que se sirvió de la guerra como contexto y pretexto (...) y dejó un legado de miles de víctimas". En Andalucía, los represaliados por el franquismo suman 130.199.
El resultado ha sido un necesario mapa del horror en el que se detallan asesinatos, violaciones, escarnios, saqueos, esclavitud, exilio y muchas otras formas de represión. "La más cruel", explica el informe, "y la más directamente orientada a borrar la memoria del enemigo fue la del asesinato sin causa judicial y el enterramiento en fosas comunes".
Una de las conclusiones de este ejercicio de memoria es que la guerra dibujó su propio mapa y calendario de muerte. De esta forma, la instauración de los consejos de guerra y del Tribunal de Responsabilidades Políticas, a partir de 1937, supuso que el número de fosas se redujese de 565 a 49. La distribución geográfica también tiene las huellas de la evolución del enfrentamiento. Por eso las provincias occidentales concentran más enterramientos que las que quedaron al Este de la línea entre Peñarroya (Córdoba) y Motril (Granada), donde se estabilizó el frente de guerra.
La mayoría de estas ejecuciones, consideradas penalmente como "desapariciones forzosas", tuvieron lugar en lugares públicos, como los cementerios. Pero un 30% ocurrió junto a carreteras, caminos y vaguadas. Sobre 17 de ellas se edificó posteriormente.
El mapa es significativo porque el 40% de estas fosas han permanecido ignoradas hasta ahora.
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